Hace unos días estaba en casa de mi madre en una de mis acostumbradas maratones de cocina para dejarle congelador lleno. En esa ocasión, aparte de hacer cantidades industriales de pisto de verduras y espinacas a la crema me dispuse a preparar un bizcocho de yogur, cuando descubrí que no había prácticamente azúcar y ni un sólo yogurt. Como tenía mucha prisa y no iba a poder comprar tales ingredientes decidí realizar un experimento de sustitución: el azúcar por miel y el yogurt por nata líquida. Mi madre me estuvo observando mientras yo vertía los ingredientes de distintas densidades (véase la foto del vaso) y me preguntaba para mis adentros si estaba acertando con las cantidades o aquello iba a saber a rayos. Ella, gracias a ser una golosa impenitente, haberse criado en un colegio alemán y trabajado en Bélgica tiene un amplio conocimiento de la gastronomía europea (baste decir que relaciono con mi infancia sabores como el del chucrut/sauerkraut, los crêpes o la quiche). En un momento dado salió de la cocina, volvió con uno de sus innumerables libros de recetas y dijo que lo que yo estaba intentando hacer era pan de especias. Gracias a ella terminar el bizcocho con éxito fue pan comido, nunca mejor dicho.

El pan de especias es un bizcocho denso dulce y ligeramente picante en la lengua que lo mismo está bueno tostando rebanadas y sirviendo con cammembert que con un vaso de leche, fruta en rapsodia, compota o mermelada, con nata montada o helada o utilizándolo como base para un tiramisú. Es muy fácil de hacer, permite variaciones, se puede escalar a menores o mayores cantidades con facilidad (todo va conforme a una medida arbitraria, en mi caso medio vaso) y puedes usar la masa para hacer magdalenas.

+ nata líquida
+ aceite de oliva (o girasol si lo quieres más fino, en las recetas del norte de europa se usa mantequilla o margarina)
+ miel
+ azúcar moreno (o blanca si lo prefieres)
+ harina integral (puedes usar harina normal también)
+ 1 y ½ sobres de levadura
+ 2 huevos
+ canela, jengibre en polvo, nuez moscada y clavo molido

En un recipiente bien grande bate una medida (= medio vaso) de nata, una de aceite y una y media de miel. Añade los huevos, la levadura, tres cucharadas soperas de azúcar y una cucharadita de café de cada especia y vuelve a batir. Prueba la masa, debe estar bien dulce, si no corrige con miel o más azúcar. Añade de 3 a 4 medidas de harina, lo que necesite para que la masa tome una consistencia densa, como la del bizcocho de yogurt. Si quieres batir las claras a punto de nieve eso dará más esponjosidad al bizcocho, pero es opcional (cocinar con harina integral y azúcar moreno hace los bizcochos más melosos pero menos ligeros que con harina normal y azúcar blanca, así que por eso añado medio sobre más de levadura). Verter en un molde tal y como recomiendo en Cómo hornear/desmoldar un bizcocho sin que se pegue y hornear una media hora o hasta que lo perfores con un palillo de dientes de madera y el palillo salga seco y limpio. Dejar enfriar y servir al gusto.

alternativas

Puedes utilizar las especias que más te gusten, además de té verde en polvo (matcha como ingrediente, tal y como explica Clotilde, esa maravillosa blogera culinaria, en Lenguas de gato al té verde). En algunas versiones no se usan huevos, sino mayor cantidad de mantequilla, y harinas más densas, por ejemplo de centeno. Tú decides ;). En el blog Cafetito Cocinero tenéis esta receta versión chocolate (¡menudo vicio!) sacada de Valrhona.

extras

Hay versiones de esta receta en que se añade ralladura de naranja o limón, sésamo (yo sólo lo he puesto en superficie) o nueces. ¡Con la ralladura debe estar exquisito!

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