De vez en cuando mi madre aparece con una rareza gastronómica. A veces es una salsa de un remoto país, otras una receta con ingredientes que sólo se localizan ya en los libros de historia y, como ayer, con una verdura muy rara debajo del brazo. El objeto de estudio se llama romanescu y tiene el aspecto propio de un cactus con pedigree de pino que ha tenido la suficiente sensibilidad estética para crecer siguiendo las pautas de un fractal. Y además es verde. No es que esto sea malo en sí ni mucho menos, pero cuando te llegan con un alimento nuevo, por muy bello que sea, una de las cosas que más sospechas provoca de que haya sido modificado genéticamente es que tenga un color inusual. A pesar de ello, he de reconocer que gracias a esa costumbre de mi madre me he criado con un paladar exigente y, además, aventurero. Volviendo al cactus-pino, navegando un poco descubrí que es un tipo de coliflor hibridada con el brécol, originaria de Italia (s.XVI) y con excelentes propiedades: es una excelente fuente de fibra, vitamina C, provitamina A, ácido fólico, potasio, fósforo, y es más sabroso, aromático y se digiere mucho mejor que sus hermanas de especie. Identificado el futurible alimento ya sólo era cuestión de ponerse el delantal. El resultado es francamente delicioso y definitivamente más atractivo a la vista y la nariz que la coliflor blanca.

ingredientes

1 romanescu (para 3 personas o 2 con mucha hambre)
4 o 5 patatas pequeñitas o 2 o 3 medianas
queso para gratinar, escoge a tu gusto (en la de la foto usé la típica mezcla de 4 quesos rallados)
1/2 lata de tomate triturado natural (si puedes rallar tres tomates aún mejor)
1 vaso grande de bechamel

preparación

Lava y pela las patatas y colócalas en el fondo de una olla rápida o exprés con dos vasos de agua. Lava el romanesco, retira las hojas y la base leñosa, córtalo en dos mitades y colócalo encima de las patatas. Cierra la olla y ponla al fuego. Utilízala igual que si fueras a hacer una coliflor (sigue las instrucciones del fabricante, pero en la mía te puedo decir que son 5 minutos y ni uno más o convierte todo en puré). Cuando esté lista saca todo y escúrrelo muy bien. Precalienta el horno a 220 ºC. Corta las patatas en rodajas y ponlas en la base de una bandeja para horno muy alta (he utilizado una de 22x32 cm). Corta el romanesco en trozos y colócalos encima de las patatas. Vierte el tomate lentamente por todo el filo de la bandeja por dentro, que vaya cayendo entre la verdura y la bandeja. Si te falta ponle un poco más pero no mucho, o el tomate enmascarará el sabor de la verdura. Vierte la bechamel por encima. Hornea diez minutos. Saca la bandeja y espolvorea el queso por encima. Hornea con el grill hasta que alcance el tostado que te gusta. Servir caliente.

extras

Puedes darles un golpe de sartén con tres cucharadas de aceite a las patatas para tostarlas, o hacerlas en rodajas en sartén directamente antes de hornear. También puedes añadir una capa de aros de cebolla salteados en un poco de aceite entre la cebolla y las patatas o una cucharadita de nuez moscada en la bechamel. Recomiendo servir con pan tostado.

alternativas

Todos los quesos y la mayoría de verduras le van bien a esta receta, así que es perfecta para aprovechar lo que tengas en la nevera, especialmente si son restos o pequeñas cantidades: zanahorias, puerros, calabacines, parmesano, queso de cabra, etc.

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