A pesar de que los microondas son un electrodoméstico muy extendido en los hogares españoles, a veces cometemos auténticas barbaridades con ellos. Yo una vez quemé uno con un calcetín (tiembla, MacGyver).

En realidad todo fue absurdamente lógico. Tenía que irme al gimnasio y todos mis calcetines estaban chorreando de estar recién lavados. Llegó mi tía Carmen de la calle y dijo con alegre desparpajo “pues mételos en el microondas para secarlos”. Lo cierto es que bajo unas condiciones extremadamente controladas, un calcetín de determinadas fibras y unas cuantas pruebas peligrosas se puede llegar a dejar un calcetín medio seco. Pero una, que siempre ha sido despistada, y en aquellos tiempos adolescentes era una profesional en la materia, metió un calcetín de elastán y otros materiales plásticos sumados al siempre combustible algodón a 800W de potencia en un microondas. Obviamente cuando levanté la vista el calcetín estaba ardiendo y la puerta del microondas con aspecto de atrezzo de Cazafantasmas I. Menos mal que en reflejos voy bien servida. Paré el microondas y arrojé no sin cierto dramatismo el calcetín a la pica para apagarlo con un chorro de agua. ¿Es posible quemar una cocina con un calcetín y un microondas? Creo que sobradamente.

Moraleja: aparte de materiales metálicos, incluido el papel de aluminio y ciertos plásticos, nunca metáis en el microondas ningún tipo de fibra o tela ni dejéis hervir líquidos en recipientes, especialmente si son de cristal, porque podrían estallarte o dar un golpe de hervor, desbordarse y quemarte las manos (cosa que por cierto también me ha pasado, ahora que lo pienso es increíble que haya llegado a cocinar medianamente bien siendo tan desastre) y, sobre todo, en caso de duda, sea lo que sea no lo metáis ni lo dejéis funcionando sin vigilancia. En caso de duda usad el primitivo pero fiable cazo al fuego.

1 Comment:

  1. Anónimo said...
    Que bonita sorpresa. Se toman sin sentir y son muy sabrosos y agradables. Perfectos para bocaditos mata hambre.

    Recuerdo que mi amiga Margaret, la australiana, usaba mucho otra pasta que se llama filo y hacia con ella hojadres, pastel de manzanas y otras cosas. Pero olvidé como se trabajaba. Si la utilizas, cosa más que probable, ¿podrias hacer algo y refrescarme la memoria? Seguro que te sale divinillo Melusina

Post a Comment